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11 de Abril de 1999

En el autobús

Están sentados en el autobús, como a la mitad. Nuria está junto a la ventanilla y él a su izquierda. Nosotros nos colocamos unos asientos más adelante, para poder verlos perfectamente. Berto (él), está mirando a su alrededor. Nuria mira por la ventanilla con aire soñador. Comienza él:

- ¿Por qué habrá tan poca gente hoy?
- Y yo qué sé.
- Siempre me he preguntado a santo de qué cambian tanto los autobuses de un día a otro. Siempre venimos y volvemos a la misma hora y siempre está lleno. ¿Y hoy por qué no?
- ¿Y qué más da? Mejor, alégrate de que no tengamos que hacer espeleología para salir.

Berto se queda mirándola con cierta curiosidad. Viéndolo sabemos que Nuria no está como siempre, al igual que el autobús.

- ¿Estamos un poco bordes hoy, no?

Nuria no contesta, y Berto empieza a parecer preocupado.

- Eoooo - murmura, mientras trata de hacerle cosquillas en la cintura.
- Estáte quieto, anda - le increpa Nuria dándole un manotazo.

Berto la mira divertido, y hasta un poco enternecido.

- Venga, dime qué te pasa.
- No quiero - refunfuña Nuria.
- ¿Te he hecho algo?
- No es eso.
- ¿Seguro?
- Que sí.
- ¿Entonces qué es?
- ¿Pero no te he dicho que me dejes en paz?

En ese momento tienen que levantarse. El autobús llega a su parada. Eso les da un respiro momentáneo. Nos levantamos con ellos. Luego estamos abajo, en la parada, con el autobús a nuestra derecha. Les vemos bajar con una o dos personas más. Estos otros se alejan, cuesta arriba, en dirección contraria a la que toma el autobús, dejándolos solos.

Berto va a sentarse, dentro de la marquesina. Nuria se queda fuera, de pie. Nosotros nos quedamos donde estamos, girándonos un poco para poder mirarla mejor.

- Tal y como estás - se le oye decir a Berto - quizá sea mejor que te vayas a tu casa.

Nuria está nerviosa. Rebusca en su bolso y saca un paquete de cigarrillos. Coge uno y deja el paquete de nuevo en el bolso, de donde saca un mechero.

- Y encima a fumar. Está visto que quieres que acabemos mal hoy.

Nuria esboza una media sonrisa mientras se pone el cigarrillo en la boca. Protegiéndolo del aire con sus manos, enciende el mechero y, con él, el cigarrillo.

- Lo siento, pero lo necesito - se justifica mientras guarda el mechero en el bolso.
- ¿Me vas a decir ahora qué te pasa?

Nuria da una bocanada y cierra los ojos. Cuando los abre los vemos brillar. Berto no porque sólo le ve la espalda. Nuria mira hacia abajo y aspira profundamente antes de decir:

- Verás, es que llevo una temporada un poco mala, eso es todo.
- ¿Mala tú o la temporada?
- Mira que eres quisquilloso. Me has entendido perfectamente.
- Es cierto, perdona - se disculpa Berto -. Sigue, por favor.
- No hay nada que seguir; eso es todo.
- No es verdad, que te conozco. Tú no estás mal porque sí. Y no me vengas ahora con que es la regla.
- No, no lo es - responde Nuria sin conseguir evitar una sonrisa, aún así melancólica -. Me es difícil decirlo.
- Inténtalo.

Nos acercamos un poco más para ver mejor la cara de ella.

- Mi problema es que me he enamorado de quien no debía. Así de simple.
- Vaya - dice Berto, y espera un par de segundos antes de hacer la siguiente pregunta: - ¿Y por qué no deberías haberlo hecho?
- Porque sé que él no siente lo mismo - y al ver que Berto calla prosigue -. Pero no te preocupes, sobreviviré.

En ese momento echa una gran nube de humo. Berto le pregunta:

- ¿Le conozco?

A Nuria se le nota nerviosa.

- Eres tú.

Berto no responde. Vemos que llega otro autobús. Berto se levanta y cuando le vemos aparecer lleva ya el abono en la mano. No deja de mirarla.

- Lo siento, de verdad - dice, mientras apoya la mano en su hombro.

Nuria niega levemente con la cabeza, como quitándole importancia. En ese momento el autobús termina de frenar con un ligero chirrido de sus frenos. Berto le quita la mano del hombro y se dirige a la puerta del autobús. Vemos cómo éste acelera de nuevo.

Nuria mira al suelo mientras sigue fumando. Cuando coge el cigarrillo con los dedos vemos que le tiembla la mano. Se la mira durante un par de segundos, luego se levanta y tira el cigarrillo. Se va andando de la parada, cuesta arriba. Nosotros nos movemos a la derecha, hacia la calzada, para poder verla mejor. Según se aleja subimos un poco para que quede bien encuadrada.

Corten.

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